Las palabras pesan porque están mojadas. Se hunden y hay que descubrirlas como a un antiguo tesoro apresado en un barco sumergido. Quieren salir a flote pero no lo consiguen... porque no están huecas.
18 noviembre, 2011
21 octubre, 2011
El gran batacazo
Fotografía del autor |
Desde los anales de la humanidad, ésta ha ido detrás de miles de sueños. Cada persona ha buscado siempre el suyo propio. Tras años de sufrimiento ha habido quien lo ha conseguido. Unos lo lograron sin enterarse, sin esfuerzo alguno, mientras otros se quedaron en el camino.
Y la historia se repite y se repetirá hasta que la humanidad expire. Mientras sigamos pensando por nosotros mismos, perseguiremos algún sueño. Hay gente que cuando lo consigue, se desengaña por haberlo idealizado de una forma totalmente distinta a como después ha sido realmente. Pero en fin, dejemos que se equivoque por si mismo. Aconsejemos pero no se nos ocurra disuadir al no ser que se vaticine una verdadera catástrofe por el camino. De los batacazos aprendemos, y yo que llevo unos pocos, luzco unos lustrosos chichones y moratones a modo de autolesión. Pero finalmente he superado estos escollos y ahora sé qué debo y qué no debo hacer. Tropezaré en otras piedras, pero difícilmente en las mismas pues como humano que soy, ya he magullado mis pies en dos ocasiones y no ocurrirá lo mismo una tercera vez.
Como se suele decir, nadie escarmienta en cabeza agena y yo quiero ser una de estas cabezas. Celebremos nuestros batacazos como los grandes éxitos que puedan aparecer en un futuro.
07 octubre, 2011
El ángel ascendido
Fotografía del autor |
“Te daré innumerables
tesoros hasta enterrarte en ellos y relucir a mil leguas de
distancia. Te concederé felicidad infinita en la Tierra. El mundo
entero estará a tus pies: ante ti, bajarán la cabeza reyes,
príncipes, el mismo Papa. Las mujeres que desees, las obtendrás con
una simple mirada. Tu longevidad será muy superior a la de cualquier
hombre y la gozarás como goza un jovenzuelo de su juventud.”
Ésta era la propuesta
diaria, ya monótona, de aquel diablo. Siglos y siglos repitiendo las
mismas palabras, hasta conseguir hacer sudar de avaricia a sus más
nobles víctimas. Se rindieron a la tentación gente ya poderosa,
pobres y curas. Pero aquel diablo estaba harto, aburrido habría que
decir, de su monotonía.
“¿De qué vale”, se
decía, “ser malo? ¿Qué consigo realmente con la compra de tantas
almas? Siglos escuchando las mismas plegarias: Quiero romper el
contrato, dicen. Estoy tan aburrido...”
Un día se marcó su
vida como con un hierro candente. Trataba de tentar a un motero, ya
se sabe, gordo y con enormes tatuajes en los brazos.
–Te daré innumerables
tesoros hasta enterrarte en ellos y relucir a mil leguas de
distancia. Te concederé felicidad infinita en la tierra...
Pero el motero, en un
alarde de querer imitar al diablo, tentó:
–¿Por qué no te
compras una moto?
–¿Cómo? –preguntó
el diablo sorprendido.
–Sí, una moto:
grande, reluciente, con un manillar enorme. Recorrer el mundo
mientras te vibran las manos, el culo...
El buen diablo parecía
recelar.
–...ser el dueño de
la de la carretera, llevar a una chica detrás que quiere escapar de
su jefe, vivir el día y la noche...
–Y ¿podré beber
cerveza en un local de mala muerte? –interrumpió el diablo con
ojos centelleantes.
–¿Quién o qué te lo
impedirá?
Y desde aquel día se
montó en una moto roja y negra, dejó de tentar a los hombres y se
hizo llamar el Diablo Motero. Ya jamás se bajó de la moto y los
moteros se encomendaron a Él siempre que lo necesitaron,
convirtiéndole así en su santo y patrón.
17 septiembre, 2011
Las lágrimas de Valle
Fotografía del autor |
Uno de mis destinos vacacionales desde la infancia es un pueblo de Pontevedra al cual me unen lazos de estirpe. Este verano también he sido acogido por sus frías aguas saladas y dulces, sus huertas que desprenden olor a quemado, sus eucaliptos y laureles de los que una vez más me he abastecido para todo el año, sus gentes que desprenden un tono de sabiduría anclado a la tierra e, incluso, de la "Santa Compaña" que anda por estas tierras en ocasiones taciturnas. Sí, este verano también he ido allí y sigue sucediendo lo de todos los años pero cada vez más acentuado. Independientemente del mayor reclamo de turistas que es el mar, lo más atractivo del pueblo es su casco viejo. Casas centenarias llenas de historia se hunden sin remisión. Cuatro paredes que únicamente albergan zarzas, matojos e incluso árboles; cuatro paredes que ya revientan por la más variable vegetación que quiere integrarse en la piedra.
Sin embargo esto le da un aspecto de cierto encanto y autenticidad que desaparecerá cuando también lo hagan sus muros, cuando en su lugar levanten un espantajo sin gracia y desarraigado. Tampoco pasan desapercibidas aquellas casas a las que han levantado una planta más y que, como añadidos que son, perturban mi vista.
Exactamente no sé a quién culpar de todos estos despropósitos: al Ayuntamiento (por el cual apuesto), a la Xunta, al Patrimonio Histórico... Tal vez todos tengan su parte de culpa. El caso que mientras tanto, este pueblo terminará por perder su identidad. El fantasma de Valle Inclán vagará por sus calles y dirá: "Max, amigo, pégame con tu bastón en todo lo alto de la cocorota y hazme perder el conocimiento... Sin resentimientos, amigo". Sí, lectores, estamos hablando de Villanueva de Arosa, pueblo natal de Valle y donde por cierto la casa que lo vio nacer ha sido propiedad de unos tíos de mi madre, estando ahora destinada a desaparecer si nadie lo remedia mientras se levanta majestuoso el pazo contiguo donde más tarde vivió.
02 septiembre, 2011
Otra vez aquí
Pues nada, se acabaron las vacaciones y ahora en el regreso, resulta que este blog a cumplido un año hace pocos días. Lo celebro cambiando algo la estética (que no el contenido) para intentar facilitar su lectura. Como observaréis, conservo el fondo ocre como el otoño que me vio nacer. La negrura del texto pretende que vosotros, amigos, no os dejéis la vista en exceso. Publicaré todos los viernes esperando nuevamente vuestra fidelidad.
15 julio, 2011
08 julio, 2011
Un poema... un reencuentro
Fotografía del autor |
Sí, lo confieso señores. Tengo una actitud reacia a publicar mi literatura en esta bitácora o en cualquier otro tipo de página de internet. Hay muchos concursos en los que vetan aquello que presentas, por la simple cuestión de aparecer en este tipo de medios y eso, sinceramente, fastidia. También hay otros factores que me hacen renegar de este medio pero que no diré ahora ni aquí. En cualquiera de los casos dejo caer este poema como una hoja seca, sin hacer mucho ruido, y sentenciándolo seguramente a no ser premiado; tal vez sea consciente que no es el mejor y tampoco conseguiría tal reconocimiento; se aleja bastante de mi estilo y fue un reencuentro con la poesía después de varios años, sin modificar ni una sola palabra desde su creación. Ahí va esta primera hoja que espero no se balanceé demasiado en la tempestad...
Hombres enloquecidos. Recuerdos atroces
de crímenes horripilantes.
Una duda que cierne
por la inconsciencia atropelladamente
y mañana todo habrá acabado.
La abominación
la recreación
los sudores de la muerte que se aproximan.
La sombra
el no articular palabras
la sordera que se aproximan.
Hombres atroces. Recuerdos enloquecidos
de episodios macabros
que ni siquiera mañana habrán acabado.
Almas que vagarán buscando redención
sin ser encontrada. Almas negras
lujuriosas e inacabadas.
02 julio, 2011
Se vende
Fotografía del autor |
Hace unos días fui a una de esas tiendas de segunda mano con
la pretensión de vender un cochecito de bebé. El capazo superpuesto en la
sillita y el maxicosis colgado de un brazo haciendo todo tipo de malabarismos
por la calle. Estaba allí relativamente temprano y no había mucha gente por
delante de mí aunque tuve que esperar lo mío. De llegar quince minutos después,
tendría que haber formado cola en la calle como ahora hacía un grupo de
personas. Éstas, con sus pequeños paquetes, y yo, ahí plantado con aquel
armatoste esperando ganar un pastón esperando ganar un pastón, porque el burro
grande ande o no ande.
Las caras eran circunstantes. En muchos se veía que estaban allí para desprenderse de objetos inútiles a los que no daban uso. En otros en cambio, se notaba pretendían sacar unas cuantas monedas para subsistir unos cuantos días más. Había a mi lado un señor que intentaba guardar la compostura. Vestía un traje pasado de moda, con unas gafas de pasta, antiguas, que seguramente necesitasen ser graduadas, con mostacho y un pelo lavado sin champú, de rostro tristón. En un rato le llamaron al móvil varias veces los que se notaban ser acreedores por la conversación que mantenía con ellos. Les daba largas e intentaba cortar inmediatamente.
Cuando me tocó el turno, el dependiente levantó la vista mirando el cochecito y pidiéndome un momento de espera, se introdujo en un cuarto para hablar con alguien que seguramente se tratase de un supervisor suyo. Al regresar le dije que quería vender el cochecito y éste me respondió: "Te voy a ser sincero... Este tipo de artículos no los van buscando aquí. Te recomiendo que lo anuncies en internet o en algún periódico de segunda mano. En cualquiera de los casos... ¿por cuánto dinero lo quieres vender?" Tuve una pequeña esperanza y dije el precio que había pensado en un principio, porque para regatear siempre hay tiempo. "A esa cantidad no podemos llegar -dijo- ni de lejos. Y no te voy a decir lo que te podría ofrecer ya que no te quiero ofender. Sí, te voy a recomendar los periódicos de segunda mano que..."
Las caras eran circunstantes. En muchos se veía que estaban allí para desprenderse de objetos inútiles a los que no daban uso. En otros en cambio, se notaba pretendían sacar unas cuantas monedas para subsistir unos cuantos días más. Había a mi lado un señor que intentaba guardar la compostura. Vestía un traje pasado de moda, con unas gafas de pasta, antiguas, que seguramente necesitasen ser graduadas, con mostacho y un pelo lavado sin champú, de rostro tristón. En un rato le llamaron al móvil varias veces los que se notaban ser acreedores por la conversación que mantenía con ellos. Les daba largas e intentaba cortar inmediatamente.
Cuando me tocó el turno, el dependiente levantó la vista mirando el cochecito y pidiéndome un momento de espera, se introdujo en un cuarto para hablar con alguien que seguramente se tratase de un supervisor suyo. Al regresar le dije que quería vender el cochecito y éste me respondió: "Te voy a ser sincero... Este tipo de artículos no los van buscando aquí. Te recomiendo que lo anuncies en internet o en algún periódico de segunda mano. En cualquiera de los casos... ¿por cuánto dinero lo quieres vender?" Tuve una pequeña esperanza y dije el precio que había pensado en un principio, porque para regatear siempre hay tiempo. "A esa cantidad no podemos llegar -dijo- ni de lejos. Y no te voy a decir lo que te podría ofrecer ya que no te quiero ofender. Sí, te voy a recomendar los periódicos de segunda mano que..."
Hace
unos años en esta tienda veía tales artículos. ¿Tal vez la crisis haya
llegado también a tales negocios que en los últimos tiempos han
proliferado mientras otro tipo de tiendas están cerrando? ¿O tal vez
ahora son más selectivos? Esto último es lo que realmente pienso.
24 junio, 2011
Hablando sobre "Ética y polítca" de José Luis L. Aranguren. Parte 4ª
Fotografía del autor |
(...) En el libro se trata algo que siempre he creído: aún con unos diputados que representan al pueblo, no es realmente el pueblo el que se representa a sí mismo. Hasta cierto punto esto no me parecería mal si dichos diputados luchasen por los intereses del pueblo.
Pienso que antes el que se hacía político era por necesidad, mientras que ahora el que se hace es por vocación. Antes el político autoritario quería llegar al poder por la necesidad tal vez, de dicho poder. ¿Riqueza? ¿Gloria? ¿Gloria póstuma? ¿Una creencia patriótica? El caso es que para conseguir sus pretensiones no se andaba con miramientos a la hora de arrasar un pueblo entero. Luego estaba el caso de los políticos contrarios a él que nacían por la necesidad de combatir una injusticia.
Hoy en día tengo la impresión que no existe una verdadera motivación (al menos en aquellos países donde se respira una cierta tranquilidad), tal vez únicamente en el caso de los que quieren llegar al poder, aunque no lleguen a arrasar un pueblo. Todos quieren gobernar y cuando uno lo consigue, el otro que lo combate arrebatándole el trono termina haciendo lo mismo. Es sólo eso, una lucha encarnizada por el poder.
Aunque esta falta de motivación puede ser una buena señal que signifique que vivamos un momento dulce a comparación de tiempos pasados. Pero no nos relajemos porque esto mismo puede conllevar una vuelta atrás, un retroceso al oscurantismo que tanto tememos.
Aranguren habla de acortar la distancia económica entre las clases, aunque no tanto por razones éticas como económicas. Pero ¿por qué no más por razones éticas? No creo que se tenga que tratar de crear más clientes del consumismo. ¿Para qué seguir engordando al capitalismo?
Han de primar las razones éticas: todos, si no iguales, parecidos. Porque todos tenemos o deberíamos tener derecho a una vida ideal. Intentemos (ya que no lo intentan otros) que se consiga una vida idealizada para cada uno de nosotros. Si no queda más remedio que esto lo consigamos por razones económicas y no éticas, que así sea (que le vamos a hacer), pero intentemos destruir el clasismo, si no económico, moral, para que todos seamos (pese a la no posible total realización) libres.
17 junio, 2011
Hablando sobre "Ética y polítca" de José Luis L. Aranguren. Parte 3ª
Fotografía del autor |
(...) Rousseau exige una conversión a la política, un vivir exclusivamente por y para ella. Con lo que, tras esta exageración, si odias la política la vida no tendrá ningún sentido.
¿Por qué he de intervenir en asuntos públicos si no lo deseo? Más aún, ¿por qué he de vivir exclusivamente por y para la política? La vida no es más que la estancia en un mundo lleno de preocupaciones. Lo más adecuado entonces es intentar vivir lo más felizmente posible, preocuparte de ti mismo (el "yo" individual del Romanticismo tal como decía antes), y por la gente que te rodea; pero no hasta el punto que por ello tengas que dedicarte a la política si no lo deseas, aunque en nuestra vida cotidiana seamos un poco políticos.
Entonces queda claro que la mejor opción es vivir felizmente. Unos lo conseguirán acercándose a la política: es su forma de vivir y por lo tanto su mejor opción. Otros en cambio, conseguirán la felicidad alejándose de ella. Esto último no hay que verlo como el avestruz que esconde la cabeza bajo la tierra, sino como aquél que sencillamente detesta verse involucrado en asuntos públicos.
Debemos pensar que la política ha de ser algo que nos ayude a ser más felices, resolviendo parte de nuestros problemas. Pero si creamos una sociedad llena de políticos para favorecer a la comunidad, hay que pensar que ésta no es más que el conjunto de esos políticos donde seguramente haya una gran parte de desdichados. La conclusión: se conseguirá el efecto contrario. La solución: que cada uno se dedique libremente a lo que desee, siempre que siendo una profesión peligrosa, esté capacitado para ella.
Volviendo al dichoso "yo" individual (es difícil que se despegue ese "yo" de "mí"), ¿no es lo lógico preocuparse por los intereses particulares? Si nadie se preocupa por tus intereses, ¿por qué me he de preocupar por los de los demás, por los de la comunidad?
Lo ideal sería una correspondencia. Preocuparse por los intereses tuyos y los de la comunidad, y que ésta se preocupase de los tuyos. Sería una buena forma de crear fuerza donde todo el mundo saldría beneficiado.
En efecto, como dice el autor, "democracia es elección o, dicho en el expresivo lenguaje político-popular, elecciones". Pero esto no significa que se tenga que votar obligatoriamente (y ahora me lloverá un aluvión de críticas), por fuerza, ya que el ciudadano con esa abstención, está interviniendo plenamente en la vida política, tanto, como el que va a las urnas. ¿Por qué?, porque defiende sus ideas no representadas por ningún partido político. Eso debería ser precisamente parte la democracia: el derecho tanto a votar como a no votar.
¿Por qué alguien que no esté de acuerdo, o incluso en total desacuerdo con los partidos políticos que presentan su candidatura, ha de ser conformista? Cuando se vota no puede ser como un mero trámite social o de conciencia, sino por convicción plena o parcial de que ese partido pueda solucionar al menos un problema que te causa desazón.
No se trata de que no se vaya a votar. Se trata de que (si estamos en una democracia) todos respetemos la democrática decisión del otro (...)
10 junio, 2011
Hablando sobre "Ética y polítca" de José Luis L. Aranguren. Parte 2ª
Dibujo del autor |
(...) A nadie le gusta que le manden ni le organicen la vida, pero, ¿que ocurriría con una sociedad sin jefes? En primer lugar, que nadie sería jefe de nadie y todos serían jefes de todos a la vez. Y en segundo lugar, que si esto ocurriese, la gente únicamente miraría por sí misma, y los derechos al igual que las obligaciones, dejarían de existir.
Creo que, aunque sea egoista, eso de mirar por uno mismo es bueno (algo así como el "Yo" individual del Romanticismo), pero siempre que además miremos por el bien común. Lo ideal es solucionar los problemas de la sociedad porque suelen ser también los individuales, y después, ésos que están ocultos en cada uno de nosotros. Es evidente la imposibilidad de esto último (demasiados millones de personas para tan pocos gobernantes), por lo que habría que rozar la perfección intentando solucionar los problemas sociales, los de todo el conjunto.
Lo que veo, o creo ver claro, es que una sociedad sin jefes no es viable. Pero aquí llega otro punto que abordar. ¿Quién puede ser jefe?, o mejor dicho, ¿quién debe serlo? La respuesta es tan sencilla como la pregunta: aquél que tenga cualidades para tan complicada empresa. Alguien que esté dispuesto a luchar realmente por el pueblo siendo un vehiculo hacia la libertad.
No nos engañemos, ha de haber jefes, pero de ésos que cuenten realmente con el pueblo. De ésos que se rodeen de otros buenos jefes. Ha de haber una colaboración entre jefes (o mejor dicho especialistas de la política) y los ciudadanos de a pie
Comenta Aranguren que hay una teoría la cual asegura que "a quien le va mal en esta vida es por culpa suya, por entrega al vicio, especialmente a la pereza, a una vida disoluta, al despilfarro y a la improvisación". Pero tal tajancia no es siempre así ya que entonces, no existirían los esclavos. Porque a los esclavos les va mal en la vida aunque no se entreguen al vicio. Son personas sometidas, que lo único que pueden hacer para evitarlo, es morir; y de hacer esto sería una demostración de que les ha ido muy mal en la vida.
Eso mismo le ocurre a la gran parte de la sociedad: es esclava, está sometida al resto de la sociedad que le impone sus reglas; entonces lo único que puede hacer es ir contra ella o resignarse consumiéndose poco a poco y por lo tanto yéndole mal en la vida (...)
03 junio, 2011
Hablando sobre "Ética y polítca" de José Luis L. Aranguren. Parte 1ª
Dibujo del autor |
ARTÍCULO DIVIDIDO EN CUATRO PARTES.
El derecho natural no existe. No es algo innato en el ser, por más que se empeñe en decírnoslo alguien. Cuando llegamos a este mundo estamos desamparados y sólo el amor de una madre, padre o cualquier ser humano nos hace salir adelante, pero no tenemos el derecho natural de que nos cuiden; y así continuaremos hasta el final de nuestros días.
El derecho natural es inexistente porque en un animal irracional es así y nosotros, los seres humanos, sólo hemos evolucionado a una irracionalidad que no nos da tal derecho natural.
Tras esto, únicamente basta preguntarnos: "Pues si no existe el derecho natural, ¿existe la obligación natural?, para afirmar categóricamente, "¡no!". Al igual que no tengo el derecho natural de que me cuiden, tampoco lo tengo yo para cuidar. Mi obligación consistirá en una cuestión moral.
El problema radica en que no todo el mundo posee una moral bondadosa, y, para no vernos desamparados, no nos queda más remedio (como opina Aranguren) de que la exigencia moral tenga un reconocimiento jurídico. Ya que en efecto, creando leyes, es la única manera de salvaguardarnos, debiendo intentar hacerlas lo más justas posibles para toda la sociedad, partiendo de la base (aun no siendo así) de que todos deberíamos nacer iguales ante la ley.
El derecho positivo es muy relativo, pues para que alguien tenga uno determinado, puede ocurrir que se me prive a mí de otro. Pongamos un ejemplo con el cual no todos estarán de acuerdo: Supongamos el caso de que toda persona tenga derecho a la libertad. Esto a simple vista sería maravilloso. Pero ahora imaginémonos que ningún asesino fuese condenado a la cárcel; ¿qué sería entonces de mi derecho a la seguridad? No hablemos ya de una prisión como castigo, sino más bien como una medida para mi seguridad donde corra menos riesgo de ser asesinado, atracado, etc.
Cuando un señor o señora tiene derecho a comer pipas en un cine que ha pagado, también lo tengo yo a no oír el ruido desencadenado por tal acción. Por estas razones las leyes jamás podrán ser completamente justas con todos y, como decía anteriormente, lo que se ha de intentar es hacer unas normas lo más justas posibles para una sociedad en la que no llueve a gusto de todos, donde la justicia prime en la mayoría: en los señores que no comen pipas en un cine sobre el señor que comiéndolas, perturba a toda una sala llena de espectadores (...)
27 mayo, 2011
Feria de San Isidro
Fotografía del autor |
Feria de San Isidro: No voy a hablar aquí de algo tan polémico en nuestros días como Toros sí, Toros no; por mí que cada uno haga lo que le venga en gana. Me centraré más bien en sus espectadores, generalizando una vez más por aquello de no abusar de expresiones superlativas como "muchos de ellos" o "la inmensa mayoría". Sí, me centraré en esa jauría que se forma a la salida de los Toros y perdura durante horas.
Quien me haya leído últimamente sabrá que vivo a dos patadas de la Plaza de Toros de las Ventas (Madrid, Spain), así como desde hace la friolera de unos veintiséis años cuando aún era un mocoso que estaba a punto de descubrir el maravilloso mundo del onanismo. Esto me da derecho a hablar sobre tal tema, el cual me toca muy de fondo sabiendo perfectamente los inconvenientes que causa residir aquí.
No se puede andar por las aceras. Riadas de personas emergen por todos lados y se agolpan en las calles a los pies de los bares, que según una normativa no excesivamente antigua, está completamente prohibido. Utilizan los cubos de basura como mesas, y para mi sorpresa hoy he observado como los camareros visten a éstos con manteles que sin la menor duda, luego utilizarán en las mesas de verdad sin (claro está) haberlos lavado previamente. Me irrita enormemente el comprobar que no hacen el mínimo esfuerzo por dejarte pasar y tienes que abrirte paso como buenamente puedas, mientras te impregnan del humo de sus puros, imprescindibles en estos personajes de vodevil en los espectáculos taurinos.
Cuando al fin consigo llegar al portal tras sortear a toda esta masa, subo en el ascensor, giro la llave, e introduciédonme en mi casa, sigo percibiendo el bullicio que tras una dura jornada laboral me desagrada especialmente. Poco tiempo después la gente se anima (la ingesta de alcohol empieza surtir sus efectos) y ya se escuchan las primeras palmas y cantos; los aplausos y olés brotan de los vasos vacíos. Y estos mismos serán los que después quieren ser europeos... Joder.
Bueno, no hay mal que por bien no venga. Al menos consiguen crear puestos de trabajo en el sector de la limpieza tras dejar todo hecho una mierda. Y cada vez estoy más convencido, que todo es una buena escusa para el cachondeo. Una vez más, resignación...
20 mayo, 2011
Cuiden sus pertenencias
Fotografía del autor |
Me acaba de suceder algo extraño (o no). Un señor trajeado, maletín de piel en mano, se ha dirigido a mí en inglés preguntándome si sé hablar en tal idioma; ante mi negativa me ha dicho lo mismo del español (estando en España ésta debería haber sido su primera opción). Ha comentado algo de la embajada de Suiza, y yo, al escuchar que le habían robado la cartera, rápidamente le he cortado diciendo que sintiéndolo mucho no llevaba nada de dinero, tan sólo el abono transporte con el cual tenía que coger el autobús que de forma salvadora ya llegaba a mi parada.
Es la desconfianza con la que actuamos en estos tiempos. Tal vez fuese un hombre honrado que contaba la verdad, pero en unos segundos até cabos y pensé que bien podría tratarse no de un pícaro intentando sacarme unas pocas monedas, sino de un estafador de altos vuelos con una estrategia y guión bien predefinidos. Si a mí me robasen, no acudiría a la caridad sino a la justicia. ¿Qué hacer mientras tanto?, joderme. Pero soy consciente que no todo el mundo actúa así, y por lo tanto poco podría demostrar su culpabilidad.
Con gente así te surge la duda ya que normalmente se nota a la legua sus intenciones. Fíjense el típico "yonki" que viene diciendo lo mismo, o que ha perdido la cartera mientras adviertes su tembleque en manos y voz. No tiene la mínima credibilidad, y el que le suelta algo es por pena o miedo.
Y si el hombre trajeado se hubiese tratado de un timador consiguiendo algo de mí, bien merecido lo tendría pues sería más timador que él. Cuando en los medios de comunicación advierten que "hay una ola de timadores actuando últimamente en tal o cual provincia, ciudad o barrio", no señores míos, no digan nada y que se jodan estos insectos atrapados en las redes de esas arañas que sacan el lado más oscuro de estos personajes despreciables. Porque las arañas, como con el timo de la estampita, se hacen las tontas, y los insectos en cambio lo son.
Por mi parte prefiero seguir siendo desconfiado que más vale prevenir que curar. No olvidemos que somos la cuna de los pícaros le pese a quien le pese, y que la evolución de éstos ha llegado a unos límites poco agradable para nosotros y nuestros bolsillos. Suerte a todos ahí afuera y cuiden sus pertenencias.
13 mayo, 2011
Por un voto
Fotografía del autor |
Llegan los primeros carteles de propaganda por las elecciones municipales y autonómicas. Realmente me pregunto si éstos sirven para algo; si éstos pueden hacer cambiar la decisión de voto de los ciudadanos. ¿Sería justo que así sucediese gracias a un buen marketing? Y posible y tristemente sea así.
No tardará mucho para que veamos esta propaganda televisada y radiada, en la cual advertiremos las palabras deshonestas que se intercambiarán entre unos y otros bandos. Yo no quiero escuchar cómo se ponen verdes rozando la ilegalidad; no quiero ver montajes a lo Steven Spielverg en los cuales sacan de forma espectacular los trapos sucios del otro, porque me desagradan los malos olores. Lo que sí deseo es que muestren las propuestas propias, las reales, las que están dispuestas a cumplir y no aquellas que quieren hacernos creer para más tarde perderse en el olvido.
Éstos nuestros políticos, guardarán en el cajón sus corbatas y se desabrocharán un botón de más las camisas por las cuales asomará un pelillo que otro para acercarse al pueblo llano, en esos mítines que ya sabes desde un principio sobre qué van a versar.
Nuestros buzones rebosan de cartas de propaganda electoral, que al menos en mi caso van a parar directamente al cubo de la basura sin ni siquiera ser abiertas para dar una oportunidad a sus contenidos. Cuánto papel inútilmente gastado...
Sacarán a pasear sus coches con las banderas de los partidos, los megáfonos bien altos y pitando por toda la calle anticipándose a una victoria que ya desde un principio, hacen suya y no de nosotros (empezamos mal), aunque intenten hacernos creer lo segundo. Mientras tanto, nos dicen que no utilicemos nuestros vehículos para ahorrar ese combustible ahora por las nubes.
¿Piensan en las cosas interesantes que podrían hacerse con el presupuesto invertido por cada uno de los partidos políticos para intentar convencernos de que son los mejores, o mejor dicho, que los demás son los peores? Prefiero no descubrir a cuánto asciende el dinero que se han gastado por aquello de mantener mi corazón a salvo.
Pero no nos engañemos, por mucho que yo opine así, ellos seguirán visitando hospitales y residencias de ancianos para tratar de apoderarse de un valioso puñado de votos. Qué buenos son todos...
06 mayo, 2011
Circulen por su derecha
Fotografía del autor |
¿Por qué en las aceras la gente no puede ir por su derecha? Si se hiciese así se evitaría el ir sorteándola. El otro día había una señora de cierta edad quejándose en voz alta, como si alguien se hubiese chocado con ella: "¡Y encima me dice que por qué no voy por mi derecha! ¡Yo voy por donde me da la gana!". Enseguida pensé algo así como: "Se lo tiene merecido, señora". O como en otra ocasión que una mujer respondió cuando otra la increpó: "Yo es que soy inglesa", y se reía.
A veces por cabezonería, otras por ver la reacción del que ya considero mi contrincante, me mantengo por mi lado correcto (es decir el derecho), comprobando que el que tiene que desviarse de su trayectoria en última instancia soy yo. Y cuando dejan un mínimo pasillo por el cual puedo circular, también soy el que encima tiene que girar el hombro para evitar la posible luxación de éste. Tan sólo consigo salirme con la mía cuando haciéndome el sueco miro hacia otro lado o al suelo, lo que significa que en la mayoría de los casos actúan de mala fe.
Puedo entenderlo cuando se trata de gente muy mayor que, como los toros heridos o cansados van buscando la barrera. O si lloviendo, caminan refugiándose debajo de las cornisas al carecer de paraguas. Pero cuando yo tampoco lo llevo, ¿por qué he de ser el que me moje? Y si para mayor inri él si lo blande como tratándose de lanza, dan ganas de armarse también y batirse en duelo con tan duro rival, aun siendo un gigante o el mismísimo Señor de los Espejos.
No se apartan ni cuando vas con el cochecito de un bebé. Antes de tener hijos creía que la gente era más respetuosa; ahora sin embargo, tengo más que comprobado que no es así y si tienen que pasar por encima de tu hijo, lo harán sin el menor pudor. Y no hablemos cuando encima tienes que cruzar un semáforo...
Luego te encuentras a los que yendo en tu mismo sentido de la marcha, van zigzagueando. Si los quieres adelantar te resulta complicado porque son imprevisibles. Vas hacia la izquierda y ellos también lo hacen; vas hacia la derecha y exactamente igual, como si tuvieran un radar o un espejo retrovisor y disfrutasen no dejándote pasar.
También están los que van en grupo, uno al lado del otro ocupando todo el ancho de la acera. Claro está que no hacen el menor amago por dejarme un mínimo hueco para pasar e incluso, en ocasiones, me echan hacia la carretera sin ninguna consideración.
Sí, ciertamente hoy en día la mayoría de la gente va a lo suyo, y a los demás que les zurzan. Si usted es uno de esos que van por toda la izquierda, párese a pensar y rectifique su trayectoria; quedará agradecido si es lo que busca. Hagamos que todo sea más sencillo en estas pequeñas cosas, que al menos, sí está en nuestras manos.
29 abril, 2011
Parque de la Quinta de la Fuente del Berro
Fotografía del autor |
Ubiquémonos: Madrid, parque de La Quinta de la Fuente del Berro, muy cerca de la Monumental Plaza de Toros de las Ventas. La M-30, ahora llamada Calle 30 por alguna circunstancia que desconozco (aunque sigue siendo igual de ruidosa), está pegada a este parque escenario de numerosas películas legendarias (unas más que otras) del cine español.
Tras unas obras concluidas hace muchos meses, retiraron unas pantallas que disipaban el sonido infernal de los vehículos. Nunca las volvieron a levantar y hoy por hoy no me explico el motivo. Estas pantallas no
representaban ningún peligro para los conductores, motoristas ni viandantes; tan solo cumplían su función, ahogar el rumor (sustituyámoslo por ruido) de los cientos, miles de coches, que transitan día y noche por la M-30 ahora denominada Calle 30.
Es habitual que baje a este parque y como todos los que así lo hacemos, es para desinhibirnos de la ciudad atronadora durante un breve lapso de tiempo. Nuestro propósito es únicamente escuchar el piar de los pájaros y si se tercia, las voces infantiles de los niños que se columpian alegremente sin más complicaciones. Pero ahora este objetivo no lo podemos llevar a cabo al irrumpir el ronroneo de los motores en nuestros castigados oídos.
Si al pasear por el parque nos fijamos en los edificios colindantes, podremos percibir el doble acristalamiento de éstos, ahora más necesarios que nunca para sus sufridos habitantes. Posiblemente la falta de presupuesto municipal haya llevado a la decisión de no volver a colocar estas pantallas aunque sigamos pagando nuestros impuestos de la misma forma, pero si cabe más engordados. ¿A dónde narices va a parar entonces este dinero? Las baldosas de las calles parece que seguirán levantadas hasta el final de los tiempos, los papeles, botes y colillas sin retirar, y mientras tanto los escupitajos entre los políticos pasan cerca de nosotros llegando a impactar en nuestros rostros. Robo o mala gestión, eso me trae sin cuidado.
Sin embargo sí hay dinero para talar unos cuantos árboles y crear caminos inútiles que nadie utiliza (ya que sería como escalar el Everest), en éste nuestro parque de La Quinta de la Fuente del Berro. O el construir un puente que comunica con La Elipa, a escasos metros de otro que lleva levantado hace muchos años y
curiosamente sirve para lo mismo: el pasar de un lado a otro dejando debajo a los coches que circulan por la M-30, hoy nombrada como Calle 30.
Las ciudades son más ruidosas según se encumbra el progreso, y es un lastre que no nos queda más remedio que llevar encima aunque intentemos sacudírnoslo como si tuviésemos pulgas. La pena es que habiendo unos métodos para esta insonorización acústica, no sea empleado cuando antes sí se hizo. Paciencia...
22 abril, 2011
Hablando sobre "Ética para náufragos" de José Antonio Marina. PARTE 3ª
Dibujo del autor |
(...) Escribe después algo así como que creemos en la libertad pero ésta no existe, porque lo que aparece en nuestra consciencia es una falsificación de lo que realmente ocurre. Pero si acudimos al diccionario y miramos la palabra "libertad", leemos lo siguiente: "Facultad de vivir, de moverse y de actuar de forma autónoma, según la propia voluntad y la propia naturaleza, sin estar sometido a limitaciones y constricciones". Por lo cual, ¿entonces qué me importa que nuestra consciencia sea una falsificación de lo que realmente ocurre? ¿Qué me importa si en mi falsificación de la realidad yo soy plenamente libre? Porque si me lo creo, entonces realmente lo soy. Y si soy ignorante por creérmelo, ¿qué más da?, ¿por qué despertar y ver la deslumbrante luz de la realidad? Pues si dentro de mi mentira yo vivo, me muevo y actúo de manera autónoma, según mi propia voluntad y mi propia naturaleza, sin que esté sometido a limitaciones y constricciones, no lo dudo, soy "realmente" libre.
Es lógico que el hombre no se conforme con vivir y que quiera comprender su vida para darle un significado. Cosa que José Antonio Marina dice entender. Pero si él mismo se dedica a escribir libros de ética es que va en busca de algo o de muchas cosas y las que ya ha encontrado, intenta transmitírselas a sus lectores.
Si el hombre no intentase algo más que el vivir por vivir, no tendría inquietudes y por lo tanto no podría ser un ser racional. Porque si tenemos ese privilegio de razonar nos es imposible no utilizarlo, y, desde luego si yo pudiese elegir no utilizarlo, jamás lo haría, porque si no todavía estaríamos colgados de los árboles sin más propósito que el de la mera supervivencia.
Si hablamos de derechos, de deberes, de ética... hablamos de una civilización más o menos compleja, de seres inteligentes que gracias a tal cualidad podría mejorar para que fuese más perfecta en un futuro. Una evolución a mejor, gracias a no negarnos a pensar, donde la convivencia de la humanidad fuese plena.
Lean, lean "Ética para náufragos" y saquen sus propias conclusiones para salvarnos de este naufragio, y si no lo consiguen, agárrense fuerte al flotador salvavidas y esperen la llegada a la isla paradisíaca. Ahí, ahí está ¿no la ven?
17 abril, 2011
Hablando sobre "Ética para náufragos" de José Antonio Marina. PARTE 2ª
Fotografía del autor |
(...) Casi todos los que no somos ricos deseamos serlo. Y esto desde luego no es posible: dejaría de haber poderosos; todos seríamos iguales y jamás nos dejarían subir para compartir su trono de oro y perlas incrustadas. No podremos ser tan ricos como los más ricos puesto que el que reparte se queda con la mejor parte. Desde luego sería lo ideal para el yo individual... Pero no sería viable ya que todos seríamos esclavos de todos y moriría la libertad que, aunque algunos carezcan de ella, otros disfrutan como en una isla paradisiaca.
No se trata pues, de llegar a una meta que no es posible. Es tan sencillo como empezar por tener ciertos derechos para poder vivir con una relativa seguridad. De tener unos derechos comunes a toda la sociedad. Pongo el ejemplo de que ansiemos el ser millonarios (otra vez vuelve el dichoso materialismo, pero en la superficie o en fondo todos lo deseamos). Por el simple motivo de quererlo no lo vamos a conseguir; el dinero nos lo tendremos que ganar, ya sea con el sudor de nuestra frente o con el de los demás, pero tendremos que mostrarnos activos en algún sentido y hacer el esfuerzo. Incluso para que seamos agraciados por la lotería, tendremos que molestarnos en comprarla y para eso, necesitaremos dinero que para poder conseguir habremos de haber trabajado previamente. Y recordemos que hay sociedades de las que es imposible salir de una determinada casta. Por lo tanto tienes ese sueño del que hablaba antes, de soñar con conseguirlo, de poder conseguir ese preciado derecho.
Además tengo todo el derecho del mundo a tener derechos. Los puedo exigir siempre que tenga deberes. Si no fuese así volveríamos a la Edad de Piedra; sin derechos ni deberes, lucharíamos en un mundo cruel por la supervivencia como las fieras. Es sólo un mutuo acuerdo entre un servidor de la sociedad y ésta, una correspondencia: "yo te ofrezco mis servicios y tú me defiendes". Vaya, ahora hemos entrado en el Medievo. Por suerte no es algo tan drástico.
Veo una contradicción clarísima respecto a algo que ya critiqué anteriormente, y ahora me da la razón de pleno. El autor en un principio dice que "tenemos que mantenernos a flote por nuestras propias fuerzas" (con lo que estoy de acuerdo hasta cierto punto). Ahora en cambio, habla de que el hombre necesita conocer la realidad y entenderse con los demás, para lo cual tiene que abandonar el seno cómodo y protector de las evidencias privadas, etc., con lo que anula lo dicho anteriormente, para afirmar la necesidad, que se quiera o no, tenemos los unos de los otros (...)
08 abril, 2011
Hablando sobre "Ética para náufragos" de José Antonio Marina. PARTE 1ª
Fotografía del autor |
Este artículo no pretende ser una crítica del libro "Ética para náufragos" de José Antonio Marina. Utilizo sus ideas para formar las mías propias, no como parásito sino como buen lector. Es un libro escrito de forma exquisita, profundo a la par que entretenido y lleno de imágenes que nos cautivarán desde la primera hasta la última página. Animo a todos los que aún no lo han hecho que se sumerjan en su lectura y saquen sus propias conclusiones.; éstas que muestro aquí son las mías dividiéndolas en tres partes. Esperando que sean de su agrado o al menos de algún provecho, ahí va la primera de ellas.
En efecto tenemos que mantenernos a flote por nuestras propias fuerzas. Pero ocurre que a veces nos es imposible sin que alguien nos eche desde el buque (desde la seguridad) un bote salvavidas, porque ahí abajo se encuentra la tempestad del mar abierto. Entonces, ¿por qué no coger la mano de aquél que nos la tiende amistosamente? Puede ser que en algunas ocasiones no consigamos mantenernos a flote porque la tempestad es caótica o por que mostramos una gran debilidad. En cualquiera de los casos si no nos prestan ayuda nos hundimos. Y de lo que se trata sencillamente es de salvarse. Y desde luego tenemos que sobreponernos, superarnos y aguantarnos por nuestros propios medios. Pero aunque lo neguemos algunas veces carecemos de fuerzas para que sin que nos presten ayuda, podamos sobrevivir.
José Antonio Marina apoya la idea de que el ser humano sabe controlar hasta cierto punto sus operaciones mentales. Pero hasta cierto punto pues como bien dice, la inteligencia provoca una sentimentalización de la vida afectiva. El instinto transfigurado por la inteligencia se convierte en sentimiento. Y esto es cierto porque de lo contrario seríamos máquinas: calculadores y fríos. No tendríamos sentimientos y careceríamos de impulsos con sus consecuentes fallos. Por lo tanto no seríamos humanos y aunque el serlos nos pueda costar más disgustos de los deseados, otras nos llena de satisfacciones, las cuales creo, sólo se consiguen siendo un ser inteligente y desde luego, poseyendo éstas más allá de las que se consigan por mera supervivencia.
Se argumenta en el libro que mucha gente ha soñado con ser el único poseedor de derechos en un mundo de esclavos. Pero se dice de una forma muy genérica como si todo ser humano persiguiese tal poder. Cierto es que muchos sueñan con eso y, desde luego, algunos lo han conseguido a lo largo de la historia. Son los tiranos, y, aunque parte de ellos no han acabado bien, otros han perpetuado su absoluto dominio hasta el final de sus días.
Pero no creo que el querer tener derechos sea sinónimo de tiranía. De ninguna de las maneras el tener derechos significa ir en detrimento de los demás. No se trata de tener tantos derechos que usurpes los del resto de la sociedad. No se trata de utilizar a ésta como a una marioneta para que estén servidas tus vanidades. Por el contrario se estipula que todos tengamos los mismos códigos. Y esto de cualquier forma que se mire, todavía no lo hemos conseguido y mirando adelante con cierto pesimismo, no creo que podamos en toda nuestra historia por larga que ésta sea (...)
01 abril, 2011
¡Que comience la función!
Fotografía del autor |
Soy un entusiasta del teatro. Su magia me encandila desde el preámbulo donde escuchas charlar a los espectadores (llegando a los oídos en forma de un rumor que apacigua el alma), hasta que se apagan las luces de la sala y da comienzo la función. Intento prestar especial atención a este inicio, para después no divagar sobre cuestiones obvias.
La intimidad de los pequeños teatros; el gran espectáculo de los grandes; vista la obra desde la platea, gallinero o a pies del escenario: da igual, lo disfrutaré de la misma manera. Me transportaré a otras épocas y, o, situaciones. Por un momento revivirá su autor si ya está muerto. Luego el cartón piedra transmutará a materiales más reales y yo, aquí cómodamente sentado, curiosearé la intimidad de todos estos personajes con mis ojos indiscretos.
Especialmente enamorado del esperpento de Valle y del teatro del absurdo en el que desfilan figuras irrepetibles como Ionesco, Alfred Jarry, Samuel Beckett y en un ámbito algo más actual y cercano, el polémico pero genial Arrabal.
Pero silencio, estén atentos que ya se sube el telón. Miren la entrada en escena del actor principal. Comienza a hablar, qué voz más profunda. Sí, aparece como un espectro entre la oscuridad, alumbrado por ese foco que le persigue por todo el escenario hasta que éste también termina por iluminarse mostrando ante nosotros el decorado, suntuoso o sencillo, agradecido en colores o cargado de grises, con formas estilizadas u oníricamente irregulares. Ahora entra un secundario, declama maravillosamente, gesticula con su rostro duro y expresivo hasta ponerse a la altura del actor principal. Pero ¿quién es este desconocido que muestra unas tablas que debería tener dentro de veinte años? ¿Se dan cuenta que es realmente bueno? Por desgracia desaparece pronto y seguramente no coincidirá el que vuelva a verlo encima de un escenario. Como la vida misma no todos podemos ser protagonistas de un suceso. No dejamos de representar nuestra historia que a su vez se hace propia de los que nos rodean.
Ahora se oye la voz en off de un narrador como si se tratase de teatro radiofónico. Por un momento me despista y miro de un lado a otro a ver si aparece alguien por una esquina. Es un arte lleno de posibilidades. Volviendo a Valle como ejemplo, en sus obras hay momentos tremendamente complicados de llevar a escena, con unas barreras que parecen imposible de cruzar; sin embargo, gracias a otra mente creativa se consigue representar sin desvirtuar la idea del autor; todos, hasta el último tienen su función para que todo esto engrane como el mecanismo de un reloj. TELÓN.
25 marzo, 2011
Llegó la primavera
Fotografía del autor |
Ya está aquí la primavera. Es una estación ideal para todos aquellos que no tienen alergia al polen y a las gramíneas; es una avanzadilla del verano y no tienes que soportar las temperaturas extremas de éste. Creo que soy alérgico desde los catorce años cuando empecé con los estornudos, el lagrimeo y los picores constantes. Según pasaron los años fueron apareciendo nuevos síntomas: fuertes dolores de cabeza (tensionales o provocados por una sinusitis muy molesta), decaimiento del ánimo, dolores en las articulaciones acompañados de estados febriles como si tuviera la gripe, diarrea, sequedad y erupciones en la piel, asma... y cuando cuento algunos de estos síntomas, mucha gente no me cree. Pero es completamente cierto y ya hace muchos años decidí vacunarme ante tal mal cuerpo primaveral.
Comencé vacunándome todos los días de lunes a viernes: después se espaciaron las inyecciones aunque no recuerdo muy bien la pauta (ya ha pasado mucho tiempo), y así acudí de forma regular y religiosa a mi Centro de Salud durante dos largos años que finalmente no sirvieron de nada. Mis agujereadas nalgas pasaron por muchas manos: había enfermeras mayores, con experiencia, y otras jóvenes con los estudios recién acabados que en algunos casos te hacían ver las estrellas con los pinchazos que te propinaban con sus manos temblorosas. Normalmente debía esperar bastante hasta ser atendido pues este tipo de consultas iban sin cita. Pero no era en vano ya que gracias estas largas esperas, pude devorar una gran cantidad de libros. Me quedaba tranquilamente sentado en aquella sala, y me aislaba en el silencio gracias a esas fotos de antes donde aparecían esas enfermeras con el dedo cruzado en sus labios provocadores, mientras las palabras pasaban ante mis ojos enrojecidos.
Hoy en día sigo siendo alérgico y como decía he ido a peor. Cada vez somos más, especialmente en las ciudades, debido a las reacciones provococadas por la contaminación. Y no sé a quién se le ocurrió la brillante idea de plantar árboles no autóctonos para prolongar nuestros estornudos en pleno invierno, época no muy sugerente para estas afecciones.
Al pasar por esas calles llenas de chopos, tienes que contener la respiración para que no se te cuele en tus narices ese polen que se amontona en las aceras y que parecen verdaderas nevadas caídas de los árboles y a pleno sol. Flota por el ambiente, se posa en el suelo y vuelve a remontar cuando pasa por su lado el camión de la mudanza o se levanta un poco el aire. Pero acaba de entrar la primavera y esto no deja de ser un presagio, una incipiente pesadilla de lo que ocurrirá dentro de unos pocos meses, cuando rogaremos a los cielos que se cubran de nubes y descarguen su agua concediéndonos una pequeña tregua. Pero qué le vamos a hacer señores, los fabricantes de pañuelos de papel también tienen derecho a comer aunque sea a costa de nuestros sensibilizados orificios nasales. Al menos no nací abeja; figúrense una abeja alérgica al polen...
18 marzo, 2011
Imagínense...
Fotografía del autor |
El terremoto ocurrido hace pocos días en Japón con tsunami incluido, han sido devastadores. La fusión del núcleo de varias centrales nucleares amenaza con una tragedia parecida a la de Chernóbil. Pueblos y ciudades completamente arrasados presentan ahora imágenes de guerra, ya comparados en fotografías con la bomba atómica caída en Hiroshima y Nagasaki, por algunos periódicos que no sé qué buscan realmente, ¿sensacionalismo?, ¿ardores en nuestros estómagos? Como si estas imágenes terribles no hablasen por sí mismas. No hay cifras oficiales certeras de todas las víctimas, pero con tantos desaparecidos se teme lo peor aunque las estadísticas de sucesos similares, nos dicen que éstas no indican grandes magnitudes.
Pero no voy a hablar aquí de esta desgracia. Sólo quiero que se imaginen que esto nos sucediese a nosotros. Imagínense que de buenas a primeras, sin previo aviso, la tierra comienza a crujir bajo nuestros pies vomitando acto seguido una gran ola, interminable, que primero nos engulle para después estamparnos contra el supermercado del cual nos suministrábamos para subsistir o contra la tierra que antes nos acogía para ahora tragarnos prematuramente. Imagínense el caos de un lugar sembrado de los amasijos de unos edificios que antes fueron la envidia de muchos arquitectos, turistas y nativos. Caminar entre cadáveres, por encima de cadáveres que mordieron el lodo en un último hálito, que ahora cubre todo: las virtudes y miserias de todos nosotros.
No pretendo una lágrima fácil del que lea este artículo, pero allí, tan lejos, estas lágrimas que se multiplican y caen en una tierra que fue próspera, no buscan culpables como sí se hacen por algunos traspasando sus fronteras. No es más que una mala jugarreta de la naturaleza, una ironía a la usanza del antiguo teatro griego en el cual no quedaba ni el apuntador.
Imagínense el miedo que denotan los ojos de los supervivientes, que miran desde lo lejos cómo surca el cielo nipón ese humo que asciende desde las centrales nucleares. Imagínense que son nuestros ojos los que ven todo aquello, los que apuntan hacia un futuro incierto si se van a hacer puñetas estas centrales, cumpliendo los pronósticos de los especialistas en Protección Radiológica. Hoy en día en Chernóbil, aún es una temeridad vivir en el radio donde todo empezó. Si ocurriese tal augurio, ¿cuántos años habrán de pasar en Japón para poder olvidar?
Imagínense que como ellos tuviéramos que invertir verdaderas fortunas para reconstruir ciudades enteras. ¿Cómo quedaría nuestra ya maltrecha economía? ¿Cómo saldríamos de ese agujero sin fondo? Sí, tal vez sea mucho imaginar; el riesgo que podamos tener aquí puede ser mínimo, pero está visto que no dejamos de ser unas simples marionetas cuyos hilos son manejados al antojo de una naturaleza que en ocasiones se muestra perversa.
11 marzo, 2011
Hoy toca peluquería
Fotografías de Enrique Darriba |
Hoy he ido a la peluquería, a la de siempre, a ésa en donde ya hay cierta confianza y si dices que quieres el pelo corto te hacen caso y no tienes la necesidad de volver al poco tiempo y soltar otros trece euros.
Ha sido llegar y besar el santo. Normalmente, tengo delante de mí a unas cuantas personas que alargan la mano rauda y veloz para arrebatarme el periódico o revista más interesantes. Pero sí, ha sido llegar y acomodarme en el sillón para observar mi imagen durante unos minutos en el espejo que hay justo enfrente. Han empezado a rodar desde mis hombros los cabellos muy encanecidos; aún me considero joven, pero desde hace bastantes años que éstos han mudado su color para prestarme un aspecto de, posiblemente, falsa seriedad.
Esta es una peluquería de barrio, como las de antes, donde la gente habla de fútbol y de la mala gestión de un gobierno que no piensa en sus ciudadanos: que si la vida está imposible y el bolsillo no alcanza a final de mes, que si la vivienda está carísima aunque digan que pretenden incentivar el alquiler al cual tampoco se puede acceder, que si la crisis ya es insostenible y aquí va a ocurrir algo muy gordo... Son los comentarios del barrio que ahora se cuelan entre estas cuatro paredes que encierran olor a champú y laca.
La parte anterior de la cabeza y sienes a máquina, al dos, el resto a tijera y todo rematado con navaja, pero sin crear ningún tipo de desnivel; el flequillo que no quede recto, a tijeretazos, sin raya y un poco revuelto; las patillas ni tocarlas. Y aunque ya me estoy cansando un tanto de este "look", son muchos años así para cambiar ahora. Es raro que hable con el peluquero, principalmente, porque no sé qué decirle. Él rompe el hielo, justo tras interrumpir mi corte de pelo por una llamada que le han hecho, contándome después que está harto de que le ofrezcan publicidad por teléfono: "Siempre el beneficio es para nosotros, ellos no ganan nada. Ni que fuesen una O.N.G..."
Me pica la nariz de los pelillos que van cayendo y hago un movimiento con ésta como si fuera un ratón. Con la mirada le suplico que pase por mi cara esa especie de plumero, y cuando por fin lo hace desaparece por unos segundos ese cosquilleo desagradable. Termina el corte y con una pasada de espejo doy el visto bueno. Pago, me despido y salgo a la calle donde noto el aire frío que ahora llega a mi sesera. Ya estoy presentable y una ducha me espera para quitar todos los pelos que hay por todas las partes, especialmente por dentro de los oídos que quedan pegados a mi dedo cuando lo paso de forma nerviosa una y otra vez.
04 marzo, 2011
Viva el rollo
Fotografía del autor |
Años setenta; una nueva mentalidad comienza a surgir en España. La sociedad que busca una libertad aletargada durante tantas décadas, quiere despertar a un mundo nuevo más ilusionante, donde se puedan tomar decisiones por uno mismo, y esto, se ve claramente reflejado en la música de aquella época: "Barón Rojo", "Ñu", "Obús", "Bloque", "Topo", "Leño", "Asfalto"..., melenudos desmelenados que pasaron por el sello discográfico "Chapa" fundado por Vicente Romero. Sin saber cómo, de buenas a primeras, salen estos primeros heaves con su música maravillosamente atronadora, imposible de concebir tan solo unos cuantos años atrás, rompiendo con todos los esquemas musicales, letristas y de imagen. Las guitarras eléctricas dejan escapar tañidos enloquecidos, la batería retumba salvajemente y voces desgarradas claman por el albedrío de expresión. Hay tanta represión que una libertad mal entendida lleva a un primer contacto con las drogas entre muchos jóvenes que ya más tarde, en los ochenta, irán cayendo de forma feroz uno tras otros por sobredosis, por esa nueva enfermedad llamada sida que ya apuntaba en la anterior década, o por un apuñalamiento o disparo en cualquier rincón oscuro y sucio.
Sí, ya llegan los años ochenta; los grupos evolucionan a un tipo de música completamente distinto, pero conservan ese espíritu revolucionario. Son años de transición y nace la música punk: "Eskorbuto", "Los Nikis", "Siniestro Total", "Zombies" entre un larguísimo etcétera, coexistiendo con el rock como el que hicieron "Loquillo y los Trogloditas" y "Los Ronaldos", o el pop de "Gabinete Caligari", "Duncan Dhu" y "Nacha Pop". Es la época de la "Móvida" y ahora la nostalgia me aplasta, especialmente cuando enciendo la radio y escucho a la gente nueva que circula con su música anodina y falto de ingenio. Y no dudemos que debe haber material interesante, pero curiosamente lo que vende es lo más alejado del arte, siendo así tal vez, porque nuestra sociedad también ha cambiado reblandeciéndose como un trozo de pan metido en agua. Porque es una sociedad que busca el "feeling" en los cantantes, que busca el bonito color de sus ojos, la estilizada figura de éstos o éstas, el amor imposible y roto de sus letras mal rimadas y construidas.
Puede ser que los años no perdonen y esté fuera de la onda que corre hoy, pero por mucho que intento sintonizarla las interferencias me destrozan los oídos. Yo, sinceramente, me quedo con letras como ésta que bien podría ser un poema, que es un poema de 1985 titulado "Te Visitará la Muerte", de "Obús":
EL VIENTO CON
FUERZA GEMÍA Y LLORABA
ARRASTRABA SU FIGURA
LLAMÓ A MI PUERTA VESTIDA DE NEGRO EN
UNA NOCHE SIN LUNA
ERA LA MUERTE,
ELLA ME VISITÓ
Y SIN PALABRAS,
ME CONDENÓ
TE VISITARÁ LA MUERTE
TE VISITARÁ LA MUERTE
TE VISITARÁ LA MUERTE
LA MUERTE
COMIÓ EN MI MESA,DURMIÓ EN MI CAMA
SE ADUEÑÓ DE MI ALMA
FRÍA COMO EL HIELO MIS LABIOS BESÓ,
SU ASTUCIA ME ENGAÑÓ
ERA LA MUERTE,
ELLA ME VISITÓ
Y SIN PALABRAS,
ME CONDENÓ
TE VISITARÁ LA MUERTE
TE VISITARÁ LA MUERTE
TE VISITARÁ LA MUERTE
TE VISITARÁ LA MUERTE
TE VISITARÁ LA MUERTE
TE VISITARÁ LA MUERTE
TE VISITARÁ LA MUERTE
TE VISITARÁ LA...MUERTE
MI CUERPO TEMBLABA, MI FRENTE SUDABA,
COMO SI ME TORTURARAN
UN GRITO EN LA NOCHE, LA LUZ SE ENCENDIÓ
LA PESADILLA TERMINÓ
TODO FUE UN SUEÑO DE CIENCIA-FICCIÓN
Y POR SI ACASO VIVO COMO DIOS
TE VISITARÁ LA MUERTE
TE VISITARÁ LA MUERTE
TE VISITARÁ LA MUERTE
TE VISITARÁ LA MUERTE
ARRASTRABA SU FIGURA
LLAMÓ A MI PUERTA VESTIDA DE NEGRO EN
UNA NOCHE SIN LUNA
ERA LA MUERTE,
ELLA ME VISITÓ
Y SIN PALABRAS,
ME CONDENÓ
TE VISITARÁ LA MUERTE
TE VISITARÁ LA MUERTE
TE VISITARÁ LA MUERTE
LA MUERTE
COMIÓ EN MI MESA,DURMIÓ EN MI CAMA
SE ADUEÑÓ DE MI ALMA
FRÍA COMO EL HIELO MIS LABIOS BESÓ,
SU ASTUCIA ME ENGAÑÓ
ERA LA MUERTE,
ELLA ME VISITÓ
Y SIN PALABRAS,
ME CONDENÓ
TE VISITARÁ LA MUERTE
TE VISITARÁ LA MUERTE
TE VISITARÁ LA MUERTE
TE VISITARÁ LA MUERTE
TE VISITARÁ LA MUERTE
TE VISITARÁ LA MUERTE
TE VISITARÁ LA MUERTE
TE VISITARÁ LA...MUERTE
MI CUERPO TEMBLABA, MI FRENTE SUDABA,
COMO SI ME TORTURARAN
UN GRITO EN LA NOCHE, LA LUZ SE ENCENDIÓ
LA PESADILLA TERMINÓ
TODO FUE UN SUEÑO DE CIENCIA-FICCIÓN
Y POR SI ACASO VIVO COMO DIOS
TE VISITARÁ LA MUERTE
TE VISITARÁ LA MUERTE
TE VISITARÁ LA MUERTE
TE VISITARÁ LA MUERTE
25 febrero, 2011
Oídos tapados
Fotografía del autor |
Hoy viernes, a primera hora de la mañana, me ha despertado la máquina taladradora de uno de los obreros que están desde hace varias semanas en el edificio colindante al mío. Es un ruido insoportable que retumba por todas las paredes y no tardarán mucho en dar golpetazos a diestro y siniestro. Como parece imposible volver a conciliar el preciado sueño, decido levantarme, eso sí, a regañadientes y con un incipiente dolor de cabeza que si no consigo neutralizar, se terminará apoderando definitivamente de mí. Me tomo un ibuprofeno y un café con leche bien cargado con poco azúcar; a estas horas no me apetece nada sólido por lo cual tengo que escuchar las quejas de mi familia.
Enciendo el ordenador para ver si me han enviado algún correo electrónico de relevancia, pero no es así y me pongo a escribir un poco. Debe haber un atasco debajo de mi casa que se oyen los pitidos insistentes de los coches. Cada uno tiene un tono de claxon distinto creando entre todos una especie de música desagradable. La concentración es nula y abandono inmediatamente el bolígrafo encima de la mesa. Visto a mi hijo, lo dejo en la silla y nos vamos dar un paseo con mi mujer. El fragor de los vehículos nos acompaña, los avisadores acústicos de los semáforos son continuos y la estridente sirena del coche de bomberos me recuerda una vez más que el parque no está a muchos metros de mi domicilio.
Ya de vuelta estoy cercado por los televisores a todo volumen de mis vecinos. Como y me marcho a trabajar librándome de la reanudación de los golpes de los obreros que perturban la siesta de los elegidos. Me monto en el autobús y el tío no es feliz si no pita a cada segundo (total soy el más grande de todos, tengo prisa y puedo hacer lo que me plazca o lo que sería más correcto, lo que se me meta en los huevos).
Otra vez en casa, ya de noche, sin olvidar que es viernes, escucho los cantos de unos chavales que han tomado dos copas de más (o tres). Escucho el rodar de unas latas o del cristal de unas litronas en el pavimento impregnado de alcohol. Ahora parece que han hecho un alto en el camino y charlan con unos cuantos decibelios de más, justo debajo de mi terraza, ubicada en un cuarto piso pero que para los efectos auditivos, da lo mismo. Y yo mientras tanto me cago, me cago con todas mis fuerzas en la contaminación acústica. Cuando por fin parece que emprenden nuevamente la marcha y la tranquilidad acude a mis oídos, la vecina de arriba empieza a mover todos sus muebles, una vez más, como si estuviese todas las noches de mudanza o de limpieza general. Y su perro se pone a ladrar poseso de la misma ira que ya se ha adueñado de mí hace varias horas. Y el camión de la basura aparece en escena raudo y veloz despertando a todo el vecindario... Entonces me levanto violentamente de la cama, abro la ventana sacando medio cuerpo fuera... y no, no me pongo a gritar porque un solo ruido más acabaría de forma irreversible con mi juicio que es lo más preciado que poseemos junto a la tranquilidad.
18 febrero, 2011
Del poemario EL TINTE SOBRE EL CRISTAL
Fotografía del autor |
Uno de los seguidores de este blog, me pidió que le mandase algo que hubiese escrito en mi adolescencia. Aunque tengo cosas muchísimo más antiguas, no me atrevo a mostrarlas pues no tienen ningún tipo de interés. Este poemario primerizo está influenciado por el dadaismo y tiene también multitud de caligramas. Repito que es excesivamente primerizo y, por lo tanto, no sé si tiene más valor que el sentimental.
II
tal vez los cisnes de Dalí
sean realmente elefantes reflejados en el agua
cómo se va a imaginar un pez
que aquéllos no son elefantes
que ridículo pensar lo contrario diría el pez
y por qué no podemos carecer de rostro
como un personaje de De Chiricco
quién sabe si no nos lo presta
un juego de luces y sombras tal vez la realidad
no sea más que la superposición
de varios aspectos de un mismo objeto
como lo veían los cubistas
un millón de alternativas
un millón de realidades
una mano podría ser un abanico
un abanico una concha estriada
la concha un zapato del cuarenta y tres con forma de concha
IV
me resulta tremendamente dificultoso
andar con mis pies de corcho
en particular por un río o por el mar
porque estos salen a flote
a pesar del peso de mi cuerpo
y mi cabeza queda en el fondo
como el ancla de un barco
y un pez se aproxima e intenta hacerme el boca a boca
hasta que se va detrás del cebo del pescador
pero por fin consigo respirar
por los poros de mis pies
y el nenúfar que está a mi lado
me saluda amistosamente
IX
el personaje suicida de mi sueño
quiere que yo despierte
pero continúo con mi dulce pesadilla
porque soy un sádico
tal vez cuando duerma
en un ataúd
bajo varios metros de tierra seca
mi personaje vengativo
me persiga
con un despertador en la mano
XI
no sé a quién me recuerda este espejo
se me muestra el rostro de un hombre extraño
un día lo vi en las claras aguas de un río otro día
su imagen nació en las pupilas de mi amada los movimientos
del hombre eran iguales en ambos ojos
como el de las marionetas guiadas
por los mismos hilos era espantoso me seguía a todas partes
creí hallarme hechizado
estaba en las copas y era imposible beber estaba en las ventanas suelos pulidos armarios barnizados
y cuando me arranqué los ojos
llegó la explicación que tanto ansiaba
mi bastón es blanco largo ligero y se puede plegar
11 febrero, 2011
No olvide depositar su basura en la contenedor, gracias
Fotografía del autor |
Acacias, almendros, olmos, pinos, robles... Pequeños y grandes lagos artificiales. Todo rebosa de verde y azul turquesa y, por desgracia, de todo tipo de basura: botes de bebidas, litronas hechas añicos, bolsas de plástico, colillas, preservativos anudados... o sin anudar. El húmedo césped que podría ser mullido, se encuentra aplastado y con calvas a consecuencia de ser pisoteado y usado por los enamorados como lecho de una suite nupcial. Cuando éstos terminan, no se marchan sin dejar grabados sus nombres con un corazoncito en un tronco, actitud hortera que daña la presencia del árbol.
Así están nuestros castigados parques y así continuarán por mucho servicio de limpieza que haya, mientras los seres humanos sigan imitando a la especie porcina. Con algunos gobiernos municipales, nuestros pequeños pulmones estarán más limpios que con otros, pero al fin y al cabo los que debemos cambiar somos nosotros.
Esto se extrapola a las zonas rurales. Muchos montes, playas, etc., son auténticos vertederos. No advertimos que la ciudad cada vez se extiende más y nos obcecamos en no preservar estos últimos reductos naturales. Según las estadísticas países como Finlandia y Noruega encabezan la lista de los más limpios. La pregunta es sencilla: ¿cuándo aprenderemos de ellos? ¿Es que acaso no estamos rodeados de papeleras por todos lados? ¿Qué esfuerzo nos supone el dar dos pasos más y elevar un poquito el brazo? Si generaciones anteriores hubiesen hecho esto, nuestro mundo sería hoy algo distinto. Pensemos por lo tanto en nuestros hijos y ofrezcámosles un espacio menos contaminado del que puedan disfrutar, como en muchas ocasiones se ha dicho pero tan pocas se ha realizado. Ahora curiosamente, pensamos en que la ciencia nos permita colonizar otros planetas en un futuro, ya que el nuestro a este paso tiene los días contados; pero de nada valdrá si no mutamos nuestra conducta pues también nos cargaremos ése, el siguiente, y todos los que nos apropiemos como nueva morada, sembrando el universo de mierda que nos devolverá en la cara con un nuevo "Big Bang". Nos exterminará como se hace con una plaga de insectos y animalillos molestos y transmisores de infecciones.
No tengo ideologías ecológicas extremas, únicamente persigo ríos cristalinos, montes verdes, pedregosos o como la naturaleza haya dictaminado que sean, donde si vive una población de lobos así lo sigan haciendo; persigo humedales donde no esté comprometida su flora y fauna, y unos parques de los que podamos disfrutar en las ciudades, sin el riesgo de pincharnos con la jeringuilla abandonada de un heroinómano. No es mucho pedir, ¿verdad?
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