13 mayo, 2011

Por un voto

Fotografía del autor


Llegan los primeros carteles de propaganda por las elecciones municipales y autonómicas. Realmente me pregunto si éstos sirven para algo; si éstos pueden hacer cambiar la decisión de voto de los ciudadanos. ¿Sería justo que así sucediese gracias a un buen marketing? Y posible y tristemente sea así.

No tardará mucho para que veamos esta propaganda televisada y radiada, en la cual advertiremos las palabras deshonestas que se intercambiarán entre unos y otros bandos. Yo no quiero escuchar cómo se ponen verdes rozando la ilegalidad; no quiero ver montajes a lo Steven Spielverg en los cuales sacan de forma espectacular los trapos sucios del otro, porque me desagradan los malos olores. Lo que sí deseo es que muestren las propuestas propias, las reales, las que están dispuestas a cumplir y no aquellas que quieren hacernos creer para más tarde perderse en el olvido.

Éstos nuestros políticos, guardarán en el cajón sus corbatas y se desabrocharán un botón de más las camisas por las cuales asomará un pelillo que otro para acercarse al pueblo llano, en esos mítines que ya sabes desde un principio sobre qué van a versar.

Nuestros buzones rebosan de cartas de propaganda electoral, que al menos en mi caso van a parar directamente al cubo de la basura sin ni siquiera ser abiertas para dar una oportunidad a sus contenidos. Cuánto papel inútilmente gastado...

Sacarán a pasear sus coches con las banderas de los partidos, los megáfonos bien altos y pitando por toda la calle anticipándose a una victoria que ya desde un principio, hacen suya y no de nosotros (empezamos mal), aunque intenten hacernos creer lo segundo. Mientras tanto,  nos dicen que no utilicemos nuestros vehículos para ahorrar ese combustible ahora por las nubes.

¿Piensan en las cosas interesantes que podrían hacerse con el presupuesto invertido por cada uno de los partidos políticos para intentar convencernos de que son los mejores, o mejor dicho, que los demás son los peores? Prefiero no descubrir a cuánto asciende el dinero que se han gastado por aquello de mantener mi corazón a salvo.

Pero no nos engañemos, por mucho que yo opine así, ellos seguirán visitando hospitales y residencias de ancianos para tratar de apoderarse de un valioso puñado de votos. Qué buenos son todos...

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo contigo. La mayoría de los políticos son gentecilla o gentuza, depende, pero casi nunca gente honesta, en realidad como cualquiera del resto de la especie humana. Cada vez estoy más convencido de que España no ha salido jamás de la confrontación civil, por momentos con tintes más o menos folclóricos, pero siempre con saña palurda. Los políticos son la cabeza visible de nuestra sicología. ¡Ahí se maten entre ellos!

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