Dibujo del autor |
(...) Escribe después algo así como que creemos en la libertad pero ésta no existe, porque lo que aparece en nuestra consciencia es una falsificación de lo que realmente ocurre. Pero si acudimos al diccionario y miramos la palabra "libertad", leemos lo siguiente: "Facultad de vivir, de moverse y de actuar de forma autónoma, según la propia voluntad y la propia naturaleza, sin estar sometido a limitaciones y constricciones". Por lo cual, ¿entonces qué me importa que nuestra consciencia sea una falsificación de lo que realmente ocurre? ¿Qué me importa si en mi falsificación de la realidad yo soy plenamente libre? Porque si me lo creo, entonces realmente lo soy. Y si soy ignorante por creérmelo, ¿qué más da?, ¿por qué despertar y ver la deslumbrante luz de la realidad? Pues si dentro de mi mentira yo vivo, me muevo y actúo de manera autónoma, según mi propia voluntad y mi propia naturaleza, sin que esté sometido a limitaciones y constricciones, no lo dudo, soy "realmente" libre.
Es lógico que el hombre no se conforme con vivir y que quiera comprender su vida para darle un significado. Cosa que José Antonio Marina dice entender. Pero si él mismo se dedica a escribir libros de ética es que va en busca de algo o de muchas cosas y las que ya ha encontrado, intenta transmitírselas a sus lectores.
Si el hombre no intentase algo más que el vivir por vivir, no tendría inquietudes y por lo tanto no podría ser un ser racional. Porque si tenemos ese privilegio de razonar nos es imposible no utilizarlo, y, desde luego si yo pudiese elegir no utilizarlo, jamás lo haría, porque si no todavía estaríamos colgados de los árboles sin más propósito que el de la mera supervivencia.
Si hablamos de derechos, de deberes, de ética... hablamos de una civilización más o menos compleja, de seres inteligentes que gracias a tal cualidad podría mejorar para que fuese más perfecta en un futuro. Una evolución a mejor, gracias a no negarnos a pensar, donde la convivencia de la humanidad fuese plena.
Lean, lean "Ética para náufragos" y saquen sus propias conclusiones para salvarnos de este naufragio, y si no lo consiguen, agárrense fuerte al flotador salvavidas y esperen la llegada a la isla paradisíaca. Ahí, ahí está ¿no la ven?
Desde mi destierro en tierras de Cataluña he abierto por un instante tu blog. No tengo tiempo ni para respirar así que sólo he oteado los últimos artículos sin haber podido leer con detinimiento ninguno de ellos. Sin embargo no puedo resistirme a comentar los dibujos y fotografías que los acompañan. Si por lo general tus fotos son muy sugerentes, estas últimas son simplemente geniales. Felicidades. Prometo leer cuanto antes los artículos, lo estoy deseando.
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