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Este artículo no pretende ser una crítica del libro "Ética para náufragos" de José Antonio Marina. Utilizo sus ideas para formar las mías propias, no como parásito sino como buen lector. Es un libro escrito de forma exquisita, profundo a la par que entretenido y lleno de imágenes que nos cautivarán desde la primera hasta la última página. Animo a todos los que aún no lo han hecho que se sumerjan en su lectura y saquen sus propias conclusiones.; éstas que muestro aquí son las mías dividiéndolas en tres partes. Esperando que sean de su agrado o al menos de algún provecho, ahí va la primera de ellas.
En efecto tenemos que mantenernos a flote por nuestras propias fuerzas. Pero ocurre que a veces nos es imposible sin que alguien nos eche desde el buque (desde la seguridad) un bote salvavidas, porque ahí abajo se encuentra la tempestad del mar abierto. Entonces, ¿por qué no coger la mano de aquél que nos la tiende amistosamente? Puede ser que en algunas ocasiones no consigamos mantenernos a flote porque la tempestad es caótica o por que mostramos una gran debilidad. En cualquiera de los casos si no nos prestan ayuda nos hundimos. Y de lo que se trata sencillamente es de salvarse. Y desde luego tenemos que sobreponernos, superarnos y aguantarnos por nuestros propios medios. Pero aunque lo neguemos algunas veces carecemos de fuerzas para que sin que nos presten ayuda, podamos sobrevivir.
José Antonio Marina apoya la idea de que el ser humano sabe controlar hasta cierto punto sus operaciones mentales. Pero hasta cierto punto pues como bien dice, la inteligencia provoca una sentimentalización de la vida afectiva. El instinto transfigurado por la inteligencia se convierte en sentimiento. Y esto es cierto porque de lo contrario seríamos máquinas: calculadores y fríos. No tendríamos sentimientos y careceríamos de impulsos con sus consecuentes fallos. Por lo tanto no seríamos humanos y aunque el serlos nos pueda costar más disgustos de los deseados, otras nos llena de satisfacciones, las cuales creo, sólo se consiguen siendo un ser inteligente y desde luego, poseyendo éstas más allá de las que se consigan por mera supervivencia.
Se argumenta en el libro que mucha gente ha soñado con ser el único poseedor de derechos en un mundo de esclavos. Pero se dice de una forma muy genérica como si todo ser humano persiguiese tal poder. Cierto es que muchos sueñan con eso y, desde luego, algunos lo han conseguido a lo largo de la historia. Son los tiranos, y, aunque parte de ellos no han acabado bien, otros han perpetuado su absoluto dominio hasta el final de sus días.
Pero no creo que el querer tener derechos sea sinónimo de tiranía. De ninguna de las maneras el tener derechos significa ir en detrimento de los demás. No se trata de tener tantos derechos que usurpes los del resto de la sociedad. No se trata de utilizar a ésta como a una marioneta para que estén servidas tus vanidades. Por el contrario se estipula que todos tengamos los mismos códigos. Y esto de cualquier forma que se mire, todavía no lo hemos conseguido y mirando adelante con cierto pesimismo, no creo que podamos en toda nuestra historia por larga que ésta sea (...)
Muy interesante. Me han entrado ganas de leer el libro...
ResponderEliminarMuy buena entrada, ya leí el libro y, bueno, Marina no es un grande pero si es muy recomendable. Me encantó tu reflexión
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