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Fotografía del autor | |
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ACTO I
El escenario está libre de decorados. Tan sólo eso, un escenario.
PRIMERA PARTE
ESCENA I
(Hay un HOMBRE TUMBADO de pelo largo y cano y barba de tres días, en el centro del escenario.Viste camisón y sus pies están descalzos. Su aspecto es el de un cadáver. Decúbito supino, tieso y blanco como la leche, descurbre su rostro retorcido. ADRIÁN y CIRO entran en escena.)
ADRIÁN.-Mira, un hombre muerto.
CIRO.-¿Dónde?, no veo ningún hombre muerto.
ADRIÁN.-Allí.
(CIRO sigue sin advertirlo.)
ADRIÁN.-(Señalando.) Allí.
CIRO.-¡Ah!, ya lo veo.
ADRIÁN.-Vamos.
(Se sientan los dos al lado del HOMBRE TUMBADO, mirando hacia el público.)
CIRO.-(Agita al HOMBRE TUMBADO.) Sí, parece que está muerto.
ADRIÁN.-No ríe, no llora, sus ojos abiertos, su boca también... está muerto, no hay duda.
CIRO.-¿Qué hará en medio de este escenario, Adrián?
ADRIÁN.-Puede que no tuviera familia y haya venido aquí a morir. Incluso podría haber sido un actor.
CIRO.-(Encendiéndose un cigarro.) Si no estuviese muerto le ofrecería uno.
ADRIÁN.-Tal vez le mato éso.
CIRO.-No seas neurasténico.
ADRIÁN.-(Tras mirar detenidamente al HOMBRE TUMBADO.) Ayer lo vi en un sueño.
CIRO.-¿El qué?
ADRIÁN.- A un hombre tirado en un escenario.
CIRO.-¿Quieres decir, Adrián, que soñaste con esto?
ADRIÁN.-Sí.
CIRO.-¿Qué pasó a continuación?
ADRIÁN.-(Se levanta.) No lo sé, sólo vi a un hombre tirado en un escenario.
CIRO.- Entonces...
ADRIÁN.-¿Entonces qué?
CIRO.-Entonces nosotros mismos tendremos que dar fin a tu sueño.
ADRIÁN.-¿Cómo?
CIRO.-No lo sé; tendremos que pensar en ello.
(CIRO sigue con la mirada a ADRIÁN que vuelve a sentarse donde estaba, y se ponen los dos a pensar en el final del sueño.)
CIRO.-Adrián, ¿no podría ser que siguieses soñando?
ADRIÁN.- No creo...
CIRO.-Puede que no hayas despertado todavía.
ADRIÁN.-No puedo poner la mano en el fuego, pero... no creo. Me imagino, Ciro, que puedes sentirte, incluso has tocado al muerto con tus propias manos.
(Vuelven a pensar.)
CIRO.-Podríamos enterrarle. Ya he visto a un par de moscas rondando por aquí.
ADRIÁN.-No podemos enterrarle en un escenario, Ciro.
(Vuelven a su posición pensativa.)
CIRO.-(Interrumpiendo.) ¿Sabes?, me has convencido de que ahora no estás soñando. Pero tú, que no le has tocado, ¿estás convencido?
ADRIÁN.-Me haces dudar.
CIRO.-Tócale.
ADRIÁN.-(Acerca su mano al rostro del HOMBRE TUMBADO y le toca.) ¡Mira, el muerto se mueve!
CIRO.-¡Vuelve a la vida!
ADRIÁN.-¡Es un milagro!
HOMBRE TUMBADO.-(Se incorpora.) Ni he vuelto a la vida, ni ha habido milagro alguno.
CIRO.-¿No estaba muerto?
HOMBRE TUMBADO.-No. Ni el Diablo me quitó la vida, ni Dios me la devolvió.
CIRO.-No puede ser. Yo mismo lo zarandeé y no despertó. Su corazón no lo sentí y su nariz y boca no expelía el más despreciable aire que un hombre puede expeler.
HOMBRE TUMBADO.-No te lleve el Diablo ni la locura y pálpame nuevamente. Siente mi corazón y nota que tomo y echo aire por despreciable que sea o te parezca a ti y a tu amigo.
CIRO.-No será necesario.
HOMBRE TUMBADO.-¿Me crees?
CIRO.-A usted no, a la evidencia.
HOMBRE TUMBADO.-No te entiendo, si crees en la evidencia has de creerme a mí.
CIRO.- Es posible.
ADRIÁN.-Es el Diablo.
HOMBRE TUMBADO.-Soy Dios.
ADRIÁN y CIRO.-¿Dios?
HOMBRE TUMBADO.-No, pero me apetecía decirlo.
ADRIÁN.-Está loco.
HOMBRE TUMBADO.-Yo no soy el que va viendo muertos por ahí.
(ADRIÁN se va. CIRO de cuclillas mira para él y para el HOMBRE TUMBADO en repetidas ocasiones. Finalmente sigue a su amigo ADRIÁN. El HOMBRE TUMBADO regresa a su posición original y vuelve a perder las constantes vitales.)
ESCENA II
(Entra un hombre desnudo con la mitad derecha del cuerpo pintada de negro y la mitad izquierda de blanco, dando saltos y retorciéndose en una danza sin música.)
HOMBRE PINTADO.-He aquí a un hombre esperando la muerte, porque su vida ya no significa nada para él. Seguramente fue feliz. Pero aquello terminó. Una nueva vida se abre ante sus ojos. Todo le será más cómodo después.
(El HOMBRE PINTADO se pone a danzar alrededor del HOMBRE TUMBADO y luego se para en seco detrás de éste. Inca una rodilla en el suelo y estira muchísimo la pierna opuesta. Acaricia con las yemas de sus dedos el rostro del HOMBRE TUMBADO.)
HOMBRE TUMBADO.-(Se despierta y se incorpora.) ¿Quién eres tú?
HOMBRE PINTADO.-Yo soy un poeta. No tengo nombre, ni padre ni madre. Sólo soy un poeta. Mi casa es la noche y soy parte de ella. Cuando ésta llega tapo mi parte blanca y descubro mi parte negra. ¡Admira ahora mis dos partes! Voy en el viento de la noche, en el agua iluminada por la luna, en la lluvia que cae en la oscuridad. Acompaño a la Muerte cuando se lleva a alguien por la noche, y custodio el alma del niño que acude a la vida en el dormitorio de la mujer preñada.
HOMBRE TUMBADO.-Eres un hombre extraño.
HOMBRE PINTADO.-Soy lo que tú quieras que sea, como tú quieras que sea. Puedo ser un dios; puedo ser un diablo. Seré un elfo para ti, un rey, una prostituta si lo prefieres. Seré el mar que te baña, el cielo estrellado que te proteja en las noches, la mirada de tu amante. Seré..., ¡un bailarín!
(El HOMBRE PINTADO se pone a danzar. Se hace la oscuridad y relampaguea con furia. El viento suena. Tras cierto tiempo así, vuelve la luz y la calma. El HOMBRE PINTADO ha desaparecido.)
HOMBRE TUMBADO.-¿Dónde estás? ¿Dónde te escondes?
VOZ DEL HOMBRE TUMBADO.-Ahora soy parte del viento y de la noche y nos vamos de aquí. No sé adónde. Nos dejaremos guiar hacia algún lugar del planeta. No importa lo que tardemos ni el cansancio del viaje. Cuando lleguemos descansaremos, haremos la oscuridad y el desasosiego. Pero volveré a ver si has muerto o no. Si has muerto guiaré tu alma y si no es así, me quedaré contigo hasta que la Muerte venga a por ti.
HOMBRE TUMBADO.-¿Morir? Yo no quiero morir. ¡No quiero morir!
(El HOMBRE TUMBADO no obtiene respuesta.)
ESCENA III
(Aparece una mujer y el HOMBRE TUMBADO mantiene un monólogo sin advertirla.)
HOMBRE TUMBADO.-Es un personaje extraño. Yo no quiero morir.
(El HOMBRE TUMBADO que está sentado, se tumba mientras la mujer lo mira.)
HOMBRE TUMBADO.-¿Quién es el idiota que desea morir? Mi vida es tranquila y sin complicaciones aquí tumbado, sin hacer otra cosa en todo el día y toda la noche.
(La mujer se acerca al HOMBRE TUMBADO y se sienta encima de él. Le besa apasionadamente.)
HOMBRE TUMBADO.-(Librándose de su boca.) ¿Qué haces? ¿Quién eres tú?
NINFÓMANA.-Soy una ninfómana. Aprovéchate de mí ya que puedes.
(La NINFÓMANA le busca nuevamente la boca y la consigue.)
HOMBRE TUMBADO.-¡Espera! ¿Te gusto?
NINFÓMANA.-Desde luego. Consígueme más tíos y lo haré con todos a la vez.
HOMBRE TUMBADO.-Pero eso... eso no es amor.
NINFÓMANA.-(Mientras le besa.) ¿Quién está hablando de amor? Hagámoslo, imbécil.
HOMBRE TUMBADO.-Espera. Parece que viene gente. Vayámonos a aquella esquina o se me cortará el rollo.
(El HOMBRE TUMBADO, señalando una esquina del fondo, convence a la NINFÓMANA y se marchan hacia allí.)