05 diciembre, 2010

Pisando fuerte

Fotografía del autor


Llega la primera y tal vez tardía nevada del invierno. Tras caer durante todo el día estos copos de tamaño considerable sin conseguir que cuajen, los sucede la lluvia que hace aumentar cuatro o cinco grados la temperatura. Las hojas caídas vestigios del pasado otoño, causan resbalones; pero el mayor peligro está en las alcantarillas y rejillas que como las pises estás perdido. Hace mucho frío y bañan las calles de sal para evitar estos resbalones que producen nieve y heladas; pero cuando cesan, la sal mojada persiste causando prácticamente los mismos efectos. Luego llega la desconsideración de algunos conductores que van a toda velocidad y te empapan de arriba abajo al pasar por tu lado.

Cuando el suelo es una alfombra de nieve, es gracioso ver como anda la gente: unos dar fuertes pisotones, otros posan el pie con delicadeza y la mayoría buscan las pisadas de los que se aventuraron antes por estos lugares. Según transcurre el día, la nieve virgen de las aceras torna a un aspecto negruzco ya transformada en hielo. Éste es el momento más delicado para transitar las calles, por lo que si las puedes evitar, es mejor contemplar el espectáculo a través de la ventana de tu salón acogedor. Los conductores circulan con miedo y los vehículos en ocasiones se deslizan sin ningún tipo de control asemejándose a gráciles bailarinas.

Pero hoy la nieve no ha causado semejantes estragos. La gente tan sólo se ha visto obligada al uso de gorros, guantes y bufandas para intentar preservar el calor. Los paraguas también aparecen en escena aunque de poco sirven cuando los copos de nieve juguetean con el aire y terminan colándose por todos los lados. Y los niños, ya han perdido toda ilusión por disputar batallas con bolas de nieve.

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