03 junio, 2011

Hablando sobre "Ética y polítca" de José Luis L. Aranguren. Parte 1ª

Dibujo del autor


ARTÍCULO DIVIDIDO EN CUATRO PARTES.

El derecho natural no existe. No es algo innato en el ser, por más que se empeñe en decírnoslo alguien. Cuando llegamos a este mundo estamos desamparados y sólo el amor de una madre, padre o cualquier ser humano nos hace salir adelante, pero no tenemos el derecho natural de que nos cuiden; y así continuaremos hasta el final de nuestros días.

El derecho natural es inexistente porque en un animal irracional es así y nosotros, los seres humanos, sólo hemos evolucionado a una irracionalidad que no nos da tal derecho natural.

Tras esto, únicamente basta preguntarnos: "Pues si no existe el derecho natural, ¿existe la obligación natural?, para afirmar categóricamente, "¡no!". Al igual que no tengo el derecho natural de que me cuiden, tampoco lo tengo yo para cuidar. Mi obligación consistirá en una cuestión moral.

El problema radica en que no todo el mundo posee una moral bondadosa, y, para no vernos desamparados, no nos queda más remedio (como opina Aranguren) de que la exigencia moral tenga un reconocimiento jurídico. Ya que en efecto, creando leyes, es la única manera de salvaguardarnos, debiendo intentar hacerlas lo más justas posibles para toda la sociedad, partiendo de la base (aun no siendo así) de que todos deberíamos nacer iguales ante la ley.

El derecho positivo es muy relativo, pues para que alguien tenga uno determinado, puede ocurrir que se me prive a mí de otro. Pongamos un ejemplo con el cual no todos estarán de acuerdo: Supongamos el caso de que toda persona tenga derecho a la libertad. Esto a simple vista sería maravilloso. Pero ahora imaginémonos que ningún asesino fuese condenado a la cárcel; ¿qué sería entonces de mi derecho a la seguridad? No hablemos ya de una prisión como castigo, sino más bien como una medida para mi seguridad donde corra menos riesgo de ser asesinado, atracado, etc.

Cuando un señor o señora tiene derecho a comer pipas en un cine que ha pagado, también lo tengo yo a no oír el ruido desencadenado por tal acción. Por estas razones las leyes jamás podrán ser completamente justas con todos y, como decía anteriormente, lo que se ha de intentar es hacer unas normas lo más justas posibles para una sociedad en la que no llueve a gusto de todos, donde la justicia prime en la mayoría: en los señores que no comen pipas en un cine sobre el señor que comiéndolas, perturba a toda una sala llena de espectadores (...)

1 comentario:

  1. Es verdad. Lo malo es cuando se hacen leyes absurdas que no salvaguardan a nadie. Por ejemplo, en Barcelona recientemente se ha prohibido ir desnudo de cintura para arriba, lo que a la postre no es ir en absoluto en pelotas. Las leyes tienen que ser las mínimas necesarias para frenar nuestra, por lo general, mala sangre.

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