27 mayo, 2011

Feria de San Isidro

Fotografía del autor


Feria de San Isidro: No voy a hablar aquí de algo tan polémico en nuestros días como Toros sí, Toros no; por mí que cada uno haga lo que le venga en gana. Me centraré más bien en sus espectadores, generalizando una vez más por aquello de no abusar de expresiones superlativas como "muchos de ellos" o "la inmensa mayoría". Sí, me centraré en esa jauría que se forma a la salida de los Toros y perdura durante horas.

Quien me haya leído últimamente sabrá que vivo a dos patadas de la Plaza de Toros de las Ventas (Madrid, Spain), así como desde hace la friolera de unos veintiséis años cuando aún era un mocoso que estaba a punto de descubrir el maravilloso mundo del onanismo. Esto me da derecho a hablar sobre tal tema, el cual me toca muy de fondo sabiendo perfectamente los inconvenientes que causa residir aquí.

No se puede andar por las aceras. Riadas de personas emergen por todos lados y se agolpan en las calles a los pies de los bares, que según una normativa no excesivamente antigua, está completamente prohibido. Utilizan  los cubos de basura como mesas, y para mi sorpresa hoy he observado como los camareros visten a éstos con manteles que sin la menor duda, luego utilizarán en las mesas de verdad sin (claro está) haberlos lavado previamente. Me irrita enormemente el comprobar que no hacen el mínimo esfuerzo  por dejarte pasar y tienes que abrirte paso como buenamente puedas, mientras te impregnan  del humo de sus puros, imprescindibles en estos personajes de vodevil en los espectáculos taurinos.

Cuando al fin consigo llegar al portal tras sortear a toda esta masa, subo en el ascensor, giro la llave, e introduciédonme en mi casa, sigo percibiendo el bullicio que tras una dura jornada laboral me desagrada especialmente. Poco tiempo después la gente se anima (la ingesta de alcohol empieza surtir sus efectos) y ya se escuchan las primeras palmas y cantos; los aplausos y olés brotan de los vasos vacíos. Y estos mismos serán los que después quieren ser europeos... Joder.

Bueno, no hay mal que por bien no venga. Al menos consiguen crear puestos de trabajo en el sector de la limpieza tras dejar todo hecho una mierda. Y cada vez estoy más convencido, que todo es una buena escusa para el cachondeo. Una vez más, resignación...

1 comentario:

  1. De acuerdo. Pero también te digo que vengo de residir durante dos meses (más otros dos anteriormente) en una ciudad de momento española y en la que se la dan de muy europeos, y la verdad es que es un coñazo. De la vorágine de este ejército de acémilas del que hablas queda, al final, cierto poso costumbrista que no está mal. ¡Viva Arniches!

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