01 abril, 2011

¡Que comience la función!

Fotografía del autor


Soy un entusiasta del teatro. Su magia me encandila desde el preámbulo donde escuchas charlar a los espectadores (llegando a los oídos en forma de un rumor que apacigua el alma), hasta que se apagan las luces de la sala y da comienzo la función. Intento prestar especial atención a este inicio, para después no divagar sobre cuestiones obvias.

La intimidad de los pequeños teatros; el gran espectáculo de los grandes; vista la obra desde la platea, gallinero o a pies del escenario: da igual, lo disfrutaré de la misma manera. Me transportaré a otras épocas y, o, situaciones. Por un momento revivirá su autor si ya está muerto. Luego el cartón piedra transmutará a materiales más reales y yo, aquí cómodamente sentado, curiosearé la intimidad de todos estos personajes con mis ojos indiscretos.

Especialmente enamorado del esperpento de Valle y del teatro del absurdo en el que desfilan figuras irrepetibles como Ionesco, Alfred Jarry, Samuel Beckett y en un ámbito algo más actual y cercano, el polémico pero genial Arrabal.


Pero silencio, estén atentos que ya se sube el telón. Miren la entrada en escena del actor principal. Comienza a hablar, qué voz más profunda. Sí, aparece como un espectro entre la oscuridad, alumbrado por ese foco que le persigue por todo el escenario hasta que éste también termina por iluminarse mostrando ante nosotros el decorado, suntuoso o sencillo, agradecido en colores o cargado de grises, con formas estilizadas u oníricamente irregulares. Ahora entra un secundario, declama maravillosamente, gesticula con su rostro duro y expresivo hasta ponerse a la altura del actor principal. Pero ¿quién es este desconocido que muestra unas tablas que debería tener dentro de veinte años? ¿Se dan cuenta que es realmente bueno? Por desgracia desaparece pronto y seguramente no coincidirá el que vuelva a verlo encima de un escenario. Como la vida misma no todos podemos ser protagonistas de un suceso. No dejamos de representar nuestra historia que a su vez se hace propia de los que nos rodean.

Ahora se oye la voz en off de un narrador como si se tratase de teatro radiofónico. Por un momento me despista y miro de un lado a otro a ver si aparece alguien por una esquina. Es un arte lleno de posibilidades. Volviendo a Valle como ejemplo, en sus obras hay momentos tremendamente complicados de llevar a escena, con unas barreras que parecen imposible de cruzar; sin embargo, gracias a otra mente creativa se consigue representar sin desvirtuar la idea del autor; todos, hasta el último tienen su función para que todo esto engrane como el mecanismo de un reloj. TELÓN.

1 comentario:

  1. Coincido contigo, el teatro es, con la música, el arte más hipnótico y hermoso que existe.
    Muy buen artículo.

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