30 septiembre, 2010

De camino al trabajo

Fotografía del autor


Un sábado a primera hora de la mañana iba en el autobús camino del trabajo. Imagínense: completamente desierto. Una mujer estaba esperando en la parada con una pequeña maleta de ruedas. Al subirse en el vehículo, el conductor la miró de arriba abajo y le prohibió la entrada. Dijo algo así: "No se permite entrar con maletas". La mujer asombrada, respondió: "En otras ocasiones no me han puesto nigún problema. Como ve no abulta nada". "Señorita, otros no sé que harán, pero la normativa es la normativa y está hecha para cumplirla. Así que por favor, bájese del autobús". Y así fue como aquella hermosa mujer, descaminó lo andado y volvió a quedarse en tierra con el que debería ser el novio o marido, que ése debería ser el problema.

Estas son las pequeñas descortesías que nos rodean en nuestra sociedad. Si aquel hombre la hubiese dejado subir, nadie le hubiese dicho nada, ni siquiera lo hubiesen advertido y no habría quedado como un jamelgo ante toda la tripulación. Y es que cosas más raras he visto pasar: como violonchelos o violas (que admito no sé distinguir) y aquí paz y después gloria.



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